jueves, 20 de noviembre de 2014

Los psicofármacos nos están haciendo más daño que beneficio



Traducción de: Psychiatric drugs are doing us more harm than good)
Peter Gøtzsche
The Guardian, 30 de abril de 2014
http://www.theguardian.com/commentisfree/2014/apr/30/psychiatric-drugs-harm-than-good-ssri-antidepressants-benzodiazepines

Parece que estemos en medio de una epidemia de psicofármacos, tal y como ocurrió en los años 80, cuando estábamos en la cresta del uso de benzodiazepinas (tranquilizantes). Las informaciones que se sucedieron alertando sobre el potencial adictivo de estos psicofármacos hizo que se redujese su consumo, pero al tiempo se experimentó un enorme crecimiento en el uso de los nuevos antidepresivos, los ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina).

El Council for Evidence-based Psychiatry que se estableció con el propósito de revisar críticamente muchas de las suposiciones comúnmente aceptadas en psiquiatría moderna, publicó una gráfica que desvelaba que en el año 2013 y sólo en Inglaterra se produjeron más de 53 millones de prescripciones de antidepresivos. Es casi el equivalente de una prescripción para cada hombre, mujer y niño/a y representa un incremento en el consumo del 92% desde el 2003.

Las ventas de antidepresivos se han disparado estrepitosamente por todas partes y han alcanzado cifras tan elevadas que, en mi propio país, Dinamarca, -y suponiendo que la distribución de las prescripciones es equitativa- cada ciudadano podría estar en tratamiento durante seis años. La situación aún es peor si cabe en EE UU, un país donde la publicidad de medicamentos directa al consumidor está permitida y donde muchos más psiquiatras han sido “formados” gracias a la generosidad de la industria farmacéutica que ha sido más cuantiosa para la psiquiatría que para cualquier otra especialidad médica.

Empecé a percatarme de la envergadura del problema cuando me convencieron que dirigiera una tesis doctoral hace siete años en la que se comparaba a las benzodiazepinas con los ISRS. Esta investigación ha puesto de manifiesto que la gente acaba estando tan enganchada a los ISRS como lo estaban a las benzodiazepinas, y que 37 de los 42 síntomas de abstinencia eran comunes a las benzodiazepinas y a los ISRS.

Es difícil pensar que tantísima gente llegue a estar desequilibrada mentalmente y que este incremento en las prescripciones es reflejo de una necesidad auténtica, así es que hay que buscar otras explicaciones. Parece que hay tres razones fundamentales que explican este enorme crecimiento.

En primer lugar, las definiciones de los trastornos psiquiátricos son tan ambiguas que mucha gente sana puede acabar siendo diagnosticada de forma inapropiada. En segundo lugar, algunos de los psiquiatras que escribieron los manuales diagnósticos estaban entre los que recibían ingresos de la industria farmacéutica, y esto ha podido derivar también en la significativa inflación diagnóstica. En tercer lugar la conducta de la industria farmacéutica ha sido peor en psiquiatría que en el resto de áreas médicas, sólo hay que ver las multas por valor de miles de millones de dólares [1] que han acabado pagando las compañías por hacer marketing ilegal de psicofármacos al fomentar su uso para indicaciones no autorizadas. El incremento en las ventas también es reflejo de la dependencia que los pacientes desarrollan a los ISRS: pueden experimentar dificultades superiores para interrumpir los tratamientos incluso aunque las dosis se bajen poco a poco. La sintomatología de la abstinencia suele interpretarse erróneamente como una reactivación de la enfermedad que motivó la prescripción del fármaco o incluso como la aparición de un nuevo trastorno para el cual se requiere una nueva prescripción. Con el tiempo, todo esto desemboca en más dependientes farmacológicos y más consumidores crónicos.
Otro gran problema que tienen los psicofármacos es que pueden provocar los mismos síntomas que supuestamente alivian. Por desgracia, los psiquiatras tienden a incrementar dosis o a añadir más psicofármacos cuando un paciente remite efectos adversos.

El problema es que muchos de estos fármacos sencillamente no funcionan como la gente esperaba. El principal efecto de los antidepresivos no es la reducción de los síntomas de la depresión. No son mejores que el placebo en una depresión leve, son sólo un poco mejores en depresiones moderadas, y benefician sólo a una persona entre 10 que tengan una depresión grave. En más o menos la mitad de los pacientes provocan disfunción sexual. Los síntomas incluyen reducción de la libido, retardo en la eyaculación o el orgasmo o que no haya orgasmo ni eyaculación en absoluto, y disfunción eréctil. Los estudios que se han llevado a cabo tanto en humanos como en animales sugieren que estos efectos adversos persisten incluso por un tiempo prolongado tras la interrupción del tratamiento.

La FDA ha demostrado [2] que los antidepresivos incrementan las conductas suicidas hasta los 40 años, y se han reportado muchos casos de suicidios en personas sanas que tomaban antidepresivos por otras razones (por ejemplo por estrés o dolor). Otro informe dice [3] que, en personas de más de 65 años, los antidepresivos pueden matar a uno de 28 personas que hayan seguido el tratamiento por más de un año, ya que estos psicofármacos les lleva a sufrir caídas y fracturas de cadera. En realidad no está claro que los antidepresivos sean seguros para ningún grupo de edad.

Mis estudios de la literatura biomédica en esta área me han llevado a una conclusión muy desagradable: la forma en que estamos consumiendo los psicofármacos en la actualidad están causando más daño que beneficios. Deberíamos por tanto usarlos con mucha menos frecuencia, por menos tiempo, y siempre con un plan para interrupción del tratamiento, con el fin de evitar que la gente tenga que estar medicada para el resto de sus vidas.

Referencias
  1. Neville S. GlaxoSmithKline fined $3bn after bribing doctors to increase drugs sales. The Guardian, 3 de julio de 2013. http://www.theguardian.com/business/2012/jul/03/glaxosmithkline-fined-bribing-doctors-pharmaceuticals
  2. Laughern TP. Overview for December 13 Meeting of Psychopharmacologic Drugs Advisory Committee (PDAC). Memorandum. Center for Drug Evaluation and Research. 16 de noviembre de 2006. http://www.fda.gov/ohrms/dockets/ac/06/briefing/2006-4272b1-01-FDA.pdf
  3. Coupland C, Dhiman P, Morris R, et al. Antidepressant use and risks of adverse outcomes in older people: population based cohort study. Bmj 2011;343:da551 http://www.bmj.com/content/343/bmj.d4551

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